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Naranjas

COMER UNA NARANJA DE MODO CONSCIENTE

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Para llevar a cabo este experimento de atención plena necesitarás una naranja.

 

Siéntate cómodamente en un lugar bien iluminado y en el que no te puedan distraer.

 

A continuación, comienza la práctica siguiendo las instrucciones que se indican a continuación.

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No te apresures y descansa un momento entre una instrucción y la siguiente, dedicando al menos diez minutos a toda la meditación.


Cuando esté a punto, coje una naranja y ponla en la palma de la mano... Centra tu atención en la experiencia de ver lo que hay en ella... Examine la naranja como si jamás hubiera visto algo parecido, prestándole una atención incondicional mientras la miras de cerca y con sumo cuidado.

 

Quizá perciba en ella el impacto de la luz... Cualquier sombra, protuberancia o recodo en su superficie, que algunas de sus partes se ven apagadas y otras, en cambio, brillantes... Deja que tus ojos la exploren con todo detalle...

 

Quizá cogiéndola con los dedos pulgar e índice y girándola para verla desde todos los ángulos...

 

Si mientras estás enfrascado en ello, le asaltan algunos pensamientos como «qué extraño resulta esto que estoy haciendo», o «qué sentido tiene», entonces limítate a constatar que no son más que pensamientos y, en la medida de lo posible, vuelve a centrarse en la experiencia de contemplar la naranja.

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Y ahora, mientras la sostienes, presta toda tu atención a la experiencia del tacto, sintiendo la cáscara... Comienza a pelar la naranja y advierte si tiene alguna parte pegajosa o suave, y si lo deseas, haciéndola girar entre tus dedos, para percibir las partes blandas, flexibles o más densas, ásperas incluso... Todo lo que puedas encontrar siendo consciente de tu experiencia, ahora, en este momento.

Y cuando hayas terminado de pelarla, acerca la naranja a tu nariz y manténla allí, inhalando su aroma y siendo consciente de todo lo que percibes... De cualquier olor o perfume que proceda de ella, también si no hueles a nada... Consciente de cualquier cambio que se produzca en tu experiencia mientras la lleve a cabo.

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Ahora, coje un gajo de naranja con cuidado y prepárate para ponerla en tu boca, consciente del cambio de patrón de las sensaciones que se producen en tu brazo mientras lo mueves...

 

Advierte cómo tu mano y tu brazo saben exactamente dónde poner la naranja, y cierra los ojos en este momento si así lo deseas.

Ponte la naranja en la boca, percibe si la lengua se dispone a recibirla... Déjala en la lengua y que permanezca en la boca, sin masticarla... Siente si se produce algún cambio en tu boca; explora las sensaciones de tener el gajo de naranja en la lengua, dale la vuelta, explorando su superficie, sintiendo sus huecos y sus protuberancias... Quizá moviéndola dentro de tu boca, hacia los lados y hacia el paladar.

 

Y, cuando estés a punto, mueve el gajo de naranja entre tus dientes, muérdela, y, lentamente, empieza a masticarla, sintiendo lo que pasa en tu boca, cualquier sensación de sabor que se produce al masticarla...

 

Tómate tu tiempo, percibiendo los cambios en tu boca y en la consistencia de la naranja, sintiendo la resistencia de la piel y la blandura de la pulpa.

 

Entonces, cuando vayas a tragarla, procura detectar la sensación de engullir tan pronto aparezca, para experimentarla también de manera consciente antes de tragar.

 

Por último, tras las sensaciones de tragar la naranja, sintiendo su movimiento al pasar al estómago, se consciente de los efectos de haber tenido la naranja en tu boca.

 

Ahora abre los ojos, si los has mantenido cerrados, y vuelve a poner tu mirada en la habitación.

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¿Cómo difieren dichas sensaciones de tu experiencia normal cuando come?

  

Afrontar una experiencia con una delicada atención hace que dicha experiencia cambie totalmente.

 

Puede convertirse en algo más rico, interesante o totalmente nuevo. Y esto nos demuestra hasta qué punto gran parte de las actividades que desarrollamos en un día normal las hacemos de manera inconsciente.

 

 ¿Dónde estaba tu mente durante el ejercicio de la naranja?

¿Procuraste centrarse en tu experiencia?

 

Si no es el caso, no hay ningún problema. Es muy normal que la mente se dedique a divagar.

 

Por ejemplo, esto es lo que nos cuenta una persona que hizo este ejercicio y estuvo a punto de olvidar por completo lo que estaba haciendo:

 

«No sé qué es comer una naranja. Sólo sé que parecía un poco ácida que me hizo pensar cuando era niña…. en las vacaciones con mis padres cuando era pequeña, donde mi abuela, comía naranjas de un patio... y eso me hizo echar de menos a mi madre, y sentir que necesitaba levantarme y llamarla por teléfono. En aquel momento me di cuenta de que me había tragado la naranja y que no recordaba habérmela comido».

 

La mente tiene su propia agenda.

 

Con el piloto automático, los viejos hábitos de la mente nos marcan la agenda y pueden llevarnos a lugares a los que no hemos decidido ir.

 

Pero ¿qué tiene que ver este ejercicio de la naranja con liberarme de permanecer enganchado a emociones que no deseo experimentar?

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De hecho, es muy importante porque...

Nos demuestra que podemos cambiar nuestra experiencia simplemente modificando la manera en la que le prestamos atención.

 

Como veremos, esto nos abre un gran abanico de opciones para relacionarnos de otra manera con las emociones desagradables.

 

Nos demuestra que la atención plena nos ayuda a darnos cuenta de cosas que, de otro modo, nos habríamos perdido.

 

Esto significa que es más probable, si prestamos atención, que descubramos los primeros signos que nos advierten que estamos cayendo en la depresión, en la inquietud o en el agotamiento.

Nos demuestra cómo, con el piloto automático, el pensamiento puede llevarnos a lugares a los que no queremos ir, y que podemos regresar si volvemos a centrar deliberadamente nuestra atención en lo que estamos experimentando en el momento presente.

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Ahora que ya tienes una idea de qué significa volver a ser consciente durante una actividad aparentemente mundana, podrás pensar en otras rutinas diarias en las que actúa con el piloto automático: ¿bañarse?, ¿cepillarse los dientes?, ¿ir de una habitación a otra?

 

Más adelante, te sugeriremos que escribas una de estas actividades que podría realizar de manera más consciente, igual que hiciste con el ejercicio de la naranja, como parte de la práctica diaria de esta semana.

 

El ejercicio de la naranja abre la puerta a la exploración consciente de todo un ámbito de la experiencia al cual no solemos prestar atención: nuestro cuerpo.

ENCUESTA

¿Crees que podrías practicar esta técnica para desarrollar tu capacidad de atención plena?
Si, totalmente
Quizás un poco
No lo haría
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